8 Razones por las que te equivocas si reprimes la curiosidad de tus hijos

Impartiendo un taller en preescolar, la pequeña Gaby tomó una muñeca de lagrimitas de agua y le desprendió la cabecita. Un poco inquieta por su acción, le pregunté para qué lo había hecho y su respuesta me sorprendió: ¿tú sabes por dónde le salen lágrimas a esta muñeca? Si tu pequeño quiere investigar, aquí te explico 8 motivos por los que debes permitirle esa curiosidad.

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Imagen vía Corbis

Apagas su capacidad de asombro

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Borra la idea de que la curiosidad es sinónimo de imprudencia. Tu pequeño(a) se entusiasma al investigar y se fascina al descubrir nuevas formas, texturas o retos. No lo regañes por querer investigar, mejor enséñale los lugares y las formas apropiadas para hacerlo.

Puede sentir ansiedad

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La curiosidad es innata y hace sentir a tu pequeño(a) en control de la situación. Piensa en ti misma cuando te sientes desubicada y no sabes cómo llegar a algún lugar, quizá busques un mapa o preguntes cómo llegar, invariablemente necesitas investigar para sentirte en control.

Inhibes el desarrollo de su independencia

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En su afán de conocer y saber, verás cómo investiga formas para llegar a los resultados que quiere por sí mismo. Este es el inicio de la búsqueda de soluciones. Si lo reprimes sobreprotegiéndolo, es posible que desconfíe de sus habilidades para encontrar el camino.

Puedes afectar su rendimiento académico

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Disfrutar la escuela y aprender requiere de estimulación, confianza y motivación para el acercamiento a nuevas experiencias. No olvides que el aprendizaje es más significativo si lo vivimos a través del uso de todos nuestros sentidos.

Limitas su atención-concentración

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Cuando lo (a) dejas investigar, desarrolla su capacidad de enfoque y observación. Quiere encontrar el principio o la causa de aquello que le da curiosidad así que pondrá los reflectores en ello hasta lograrlo.

Puede dejar de confiar en ti

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Si consideras imprudentes las preguntas de tu pequeño(a), es probable que aunque las respondas, tus gestos revelen tu malestar. La consecuencia puede ser que dude en preguntarte o no preguntarte, ya que no querrá molestarte.

Puede conformarse

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Cuando deja de preguntar, solo se dedica a escuchar y a almacenar la información sin filtrarla. Esto puede llevar a tu pequeño (a) a conformarse con cualquier respuesta.

Apagas sus habilidades sociales

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Los niños tienden a socializar con preguntas típicas: “¿cómo te llamas?, ¿cuántos años tienes?, ¿dónde vives?". De esta forma empiezan a establecer vínculos de amistad. Si tu pequeño (s) se siente inhibido, puede que no se acerque y se aísle.