
"Si crees que andas con problemas, espera a tener hijos", decía mi mamá. Y es que convertirnos en padres realmente nos pone duras pruebas tanto a hombres como mujeres. Pero así como los retos de pareja son mayores con cuando llegan los niños, también pueden ocurrir estos 8 cambios positivos.
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Imagen vía Corbis
Tratas de resolver los problemas en una forma saludable

Es cierto que nuestro temperamento no cambia necesariamente, pero cuando hay niños alrededor tratamos de hacer lo posible para no alterarlos, por lo que a veces en vez de enfrentamiento preferimos diálogo.
Aprendes a aprovechar los pocos momentos a solas

Esto sí que me cayó como anillo al dedo. Con dos hijos pequeños y pocas personas ayudándonos, mi esposo y yo sabemos que le tenemos que sacar el mayor provecho posible a los pocos momentos que tenemos para los dos. ¡Así tengamos que sacrificar tiempo valioso de sueño!
Conoces una nueva faceta de tu pareja

Puede que tener hijos no cambie nuestra personalidad, pero nos obliga a explorar nuevos valores y aptitudes que no sabíamos se encontraban allí. Ahora veo a mi esposo como un ser más responsable y maduro.
Tras el parto, no te quedan dudas de que tu esposo te ama

El hecho de que mi esposo me diga que me ama y que le parezco hermosa después de haber vivido dos dolorosos partos conmigo, no me deja la menor duda sobre su amor incondicional.
Surgen nuevos chistes que solo la pareja entiende

Escuchar a mi hija decir una frase de su programa de televisión favorito, o repetir algo que escuchó en una conversación con mi esposo, son cosas que solo los dos podemos entender, y que solo a los dos nos hacen reír.
La comunicación puede mejorar

Este punto es debatible si me lo preguntan, pero también es cierto que para criar a los hijos hay que estar consciente de la opinión de tu pareja en temas muy importantes, así que las conversaciones siempre tienen que estar presentes.
El trabajo en equipo adquiere un nuevo significado

Cuando nos convertimos en padres y madres no hay posibilidad de utilizar la frase: “Ese no es mi trabajo”. Tener hijos implica que se tiene que estar dispuesto a realizar todas las tareas, y como en cualquier evento deportivo, estar listos para cubrir al otro.
Surge más empatía

Pensar en todas las noches en que mi esposo ha estado allí batallando cuando el bebé no quería dormir, o cuando salió corriendo a rentar un extractor de leche eléctrico porque me vio deprimida tratando de amamantar sin éxito, me hacen también ser más sensible hacia sus necesidades. Ya sea tomar unas horas para jugar golf, o dejarlo ver el partido de fútbol en la televisión, son cosas a las que ahora accedo sin reproches.