La intuición de una mamá pudo detectar la enfermedad de su hijo mucho antes que cualquier médico

Whitnie Strauss, una madre de tres pequeños, demostró lo que yo siempre he creído, que Dios inventó a las madres porque necesitaba que alguien le echara una mano. Al enfrentarse a médicos y opinión pública, no se dio por vencida y con su acuciosidad, ayudó a los doctores a encontrar el diagnóstico al extraño padecimiento de su hijo menor, Reid, que ahora tiene 4 años. Porque es que, ¿quién puede dudar del poder que tiene el amor de una madre? Lo vemos a diario, en nuestro entorno cotidiano, el esfuerzo que hacen las mujeres por ayudar a sus criaturas a superar sus dificultades, no importa cuán complejas éstas sean. Sigue leyendo te contaré toda la historia.

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Cuando Reid tenía casi 3 añitos, comenzó a presentar una serie de síntomas que alarmaron a su madre. Allí comenzó su largo viaje a los consultorios de casi 20 médicos, aunque ninguno había acertado con el diagnostico.

Un día Reid estaba en el patio de la casa, jugando con sus hermanos, cuando de pronto, comenzó a chocarse con todo lo que encontraba, como si estuviera embriagado. Cuando su madre, Whitnie, vio aquella escena, sintió que era la "gota que derramaba el vaso". Su última opción y tal vez su única esperanza estaba cifrada en el Texas Children's Hospital de Houston, uno de los más prestigiosos de Estados Unidos, y tal vez del mundo.

Pero ella sabía que era difícil obtener una pronta cita allí. Así tomó a Reid, embaló unas cuantas cosas, y condujo horas fuera de Austin para llegar a Houston.

Ella lo llevó por la sala de emergencias y su intuición le decía que en aquel centro médico podrían ayudarla. Después de dos días intensos de exámenes a Reid y bombardeo de preguntas para Whitnie, los médicos empezaron a desenredar el misterio del padecimiento de Reid.

Whitnie dice que sabía que lo de su hijo, no era sólo una alergia, o autismo, tenía que haber algo más. "Yo creo que es muy importante no darse por vencida nunca", dijo.

Los médicos encontraron una anormalidad relacionada con el funcionamiento de la creatina, un ácido que el cuerpo hace para ayudar a proporcionar la energía a otras células. El diagnóstico es complicado, pero la enfermedad del pequeño Reid es delicada y no es tratable. Esta condición rara evita que ciertos nutrientes indispensables lleguen al cerebro de Reid.

Hoy de 4 añitos, Reid no puede hablar, pero su madre, que tiene una fortaleza de hierro, lo está enseñando a comunicarse por medio de cartas que contienen dibujos. Ella dice que ahora, en medio de todo, está más tranquila pues ya sabe que es lo que le ocurre a su hijo. Y con mucha dedicación, ella lo está ayudando a superar sus limitaciones, contra todo pronóstico.

Imagen vía Thinkstock