
Vivimos en una sociedad en donde casi todo se resuelve con medicamentos. Las farmacias venden una amplia variedad de medicinas que no requieren prescripción médica para aliviar de todo. Las venden genéricas o las de los laboratorios y tú puedes escoger la que más te guste. Estamos acostumbradas a auto-medicarnos y a medicar a nuestros hijos. ¿Cuándo fue la última vez que llamaste al pediatra porque tu hija tenía un dolor de cabeza? Lo más probable es que le hayas dado un analgésico, un vaso de agua y la mandaste a acostar. Yo lo hacía a menudo, hasta que entendí el grave error que estaba cometiendo. Aquí te voy a decir por qué medicar a tus hijos por tu cuenta sin consultar con un médico puede ser peligroso.
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No es un dulce

Las abuelas solían decirle a los niños que las medicinas eran un dulce para que se las tomaran. Esto no es correcto y es problemático. Las medicinas son medicinas y no se pueden tomar al gusto. Muchos niños han resultado envenenados porque toman el medicamento creyendo que es un dulce cuando los papás no están en la casa.
Le das medicina para adultos

Los medicamentos para adultos y niños son completamente diferentes. Es por eso que hay doctores para niños. No asumas que le puedes dar una dosis más pequeña porque lo más probable es que envenenes al pequeño. ¡Cuidado!
No pesas a tu hijo

Para determinar la dosis adecuada para los niños, hay que pesarlos. Muchas nos guiamos por la edad, pero eso no tiene nada que ver, pues los niños pueden tener la misma edad, pero ser de diferentes tamaños. El peso es lo que determina la dosis.
No le das la dosis adecuada

Hay que siempre usar la taza, jeringa o cuchara que venga con cada medicamento para determinar la cantidad exacta de medicina que el niño necesita. No uses los utensilios de cocina para medir porque lo más probable es que no le des el medicamento que necesitas.
Le das medicina vencida

Aunque la medicina esté nueva, no la uses si está vencida. Las fórmulas de los medicamentos se pasan y pueden resultar en serias complicaciones para el niño. Se puede intoxicar o puede que no tenga ningún efecto. Es mejor comprar una nueva.
No miras las contraindicaciones

Muchos padres no leen las indicaciones y se inventan la dosis. Debes leer lo que dice para ver si hay contraindicaciones e ingredientes de la fórmula que le pueden causar daño a tu hijo.
No terminas los antibióticos

Amiga, aunque tu hijo muestre mejoría al sexto día de tomarse una serie de antibióticos de 10 días, no significa que puedas dejar de dárselo. Tienes que terminar el ciclo para asegurarte de que las bacterias se eliminen por completo del organismo.
Asumes que es la misma dosis

No creas que porque ya les has dado el mismo medicamento antes significa que le vas a dar la misma dosis. Los laboratorios siempre tratan de alterar y mejorar sus fórmulas para hacerlas más efectivas. Siempre lee las indicaciones antes de dar la dosis.
Crees que la medicina funciona

Muchos padres asumen que el medicamento debe funcionar y no llaman al doctor. Aunque el niño no muestre mejoría, los papás siguen dándole la misma medicina. Esto es un problema porque puede hacer que la enfermedad progrese y dañe el hígado. Si no ves que tu hijo mejora en unos días, llama a tu médico.
Los dejas al alcance de los niños

Los niños son curiosos y les gusta hacer menjurjes. Normalmente guardamos los medicamentos en el baño, al alcance de ellos y confiamos que la tapa de seguridad va a ser suficiente para mantenerlos seguros. No amiga, los niños son muy inteligentes y persistentes.
No eres clara con las instrucciones

Si tu mamá, la niñera o una amiga le van a dar la dosis a tu hijo, se te olvida decir cuáles son las instrucciones exactas. Asegúrate de dejar servida la dosis antes de irte para evitar problemas.
No le das medicina

Las enfermedades en los niños se repiten y cuando regresan normalmente son más serias. Llama al pediatra desde un principio y deja que él decida si le das el medicamento o no. No tomes las decisiones en lo que tiene que ver con las enfermedades de tu pequeño.