Llega el momento de la vida de un pequeño en el que decide que no le gusta comer vegetales o frutas, y una como madre se pregunta qué está haciendo mal, si cuando era bebé le encantaba esa papilla de zanahoria que le hacíamos con tanto amor.
Así es, entre más poder de decisión empiezan a tener, todos esos alimentos que nosotros como padres juramos que jamás probarían (sí, estoy hablando de la pizza, los nuggets, papas fritas y jugos embotellados) se convierten en sus favoritos. ¿Y qué pasa con los vegetales y las frutas? Terminan siendo rechazados o simplemente ignorados.
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Con una pequeña de 3 años en casa, yo lo vivo a diario, y aunque no tengo todas las respuestas, hoy les comparto algunos de mis métodos para lograr que mi hija consuma frutas y verduras.
1. Hago paletas heladas. Por alguna razón, mi pequeña puede comerse hasta tres paletas heladas en un día, así es que en lugar de limitárselas la dejo que coma todas las que quiera. Eso sí, no se les agrega ni media cucharada de azúcar. Hacemos combinaciones de remolacha con naranja, zanahoria con naranja, pepino con fresa, sandía, limón y jengibre, entre otras. Un secreto es tratar de combinar una verdura con una fruta para que tenga un sabor más dulce.
2. Le ofrezco jugos naturales. Siempre es mejor comer la fruta o las verduras enteras, pero en el caso de una pequeña que no los quiere probar en su estado original, un jugo de piña con betabel, conocida como remolacha, y jengibre natural u otras combinaciones, es la manera que encuentro de que consuma su ración de frutas y verduras sin tener que recurrir a llantos, premios o amenazas.
3. Siempre las pongo en su plato. Aunque terminen ignoradas, yo nunca pierdo la esperanza, y siempre coloco junto con su porción de proteína y de granos, una porción de vegetales. Sí, por lo general no las prueba, pero al menos se acostumbra a verlas en el plato. La esperanza es lo último que muere.
4. Las convierto en sopa. Los pequeños muchas veces son tan impredecibles que nunca sé cuándo la sopa que preparé va a ser del gusto de mi hija. Sin embargo, muchas veces me sorprende y disfruta enormemente de este alimento.
5. Guacamole, nunca falla. Por alguna razón a algunos pequeños les encanta este delicioso platillo mexicano, así es que se lo ofrezco con poca cebolla, mucho tomate, cilantro, unas gotas de limón, nada de chile, y, por supuesto, aguacate, que me han dicho, es un excelente alimento.
6. Las pongo a tostar en el horno. Dos de los platillos favoritos de mi pequeña son los siguientes: el camote preparado como si fueran papas fritas, pero al horno, solo con un poco de aceite de oliva, queso parmesano, sal de ajo y sal de cebolla; y las hojas de kale o col rizada, preparadas de la misma manera, que terminan quedando crujientes como chips. Ambos platillos son divertidos, sanos y naturales.
7. Nunca la obligo a comer nada. Esta última estrategia puede ser controversial, pero estoy más preocupada porque desarrolle una buena relación con la comida, probando distintos alimentos, aprendiendo qué es bueno para ella y qué no, y ayudándola a que ella misma sepa elegir qué es lo que debe comer. Y sí, estoy segura que ella misma terminará eligiendo comer saludablemente.
Imagen vía WellpathClinic/Flickr, ghassemidmd/Flickr