¿Cuántas veces no te ha pasado que terminas cual protagonista de novela en medio de la cocina? Y es que picar una cebolla –aunque no parezca—tiene su secreto. Si lo haces correctamente poniendo en práctica este truquito casero, te aseguro que jamás volverás a llorar al momento de cortarlas.
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Picar las cebollas era una tarea que odiaba cuando niña. No sólo el olor que quedaba me resultaba incómodo (que por cierto, descubrí que restregar la mitad de un tomate en tus manos elimina el "aroma" por completo) también esa lloradera que me entraba apenas comenzaba a cortarlas. Pero, ¿qué ocasiona esto exactamente? La cebolla contiene una sustancia sulfurosa que "vuela" al desprenderse de las capas de la cebolla, haciendo que nuestros ojos, nariz y hasta la garganta se irrite en cuestión de segundos.
Dejando la ciencia atrás, el truco está en evitar que estos gases salgan de la cebolla antes de tiempo. Olvida el método de la cáscara de cebolla en la cabeza, el cuchillo de metal o el pedazo de pan que colocas a un lado –lo que realmente hace que el sulfuro "explote" es el frío. La próxima vez que vayas a cortar una cebolla, métela en el congelador por unos minutos o remójala en agua con hielo. Rebánala con un cuchillo bien afilado y grande para evitar que la pulpa se aplaste y desprenda más olor y no demores tanto en cortarla.
¡Inténtalo! Verás que si mantienes las cebollas lo más frías posible minimizaras la reacción irritante que causa. Un truco que ¡vale oro!
Imagen vía Corbis Images