¡Me encanta el verano! Siempre anhelo que llegue. Hay algo en la manera en la que el mundo empieza a andar más despacio que hace que mi corazón se ponga feliz. Cuando camino al autobús en el clima cálido, la gente parece más amigable. Se toman el tiempo de saludar mientras caminan a sus perros e inician conversaciones en vez de esconderse detrás de sus aparatos electrónicos. Las plantas en las macetas y las flores en las escaleras de las casas me hacen sonreír. Saboreo cada pedacito de fruta que compro en la tienda de la esquina cuando voy camino al trabajo.
Mi trabajo también se pone en "modo verano". Las fechas de entrega no son tan rígidas, los jefes son menos exigentes, el vestuario es más casual y las vacaciones nos refrescan a todos y nos dan historias para contar en el almuerzo en el parque.
Sí, es verano y la vida es más relajada.
Excepto que mi familia aún no está muy relajada. En el verano los horarios son diferentes y toma tiempo acostumbrarse a la nueva rutina. Tengo dos hijos que tengo que recoger en dos sitios diferentes, así que tuve que ingeniármelas para cumplir con los nuevos horarios.
Yo amo a mis hijos y me pone feliz verlos, pero en mi cabeza siempre estoy pensando en la cena, los platos que dejé sucios a la mañana, los recibos que hay que pagar y las llamadas que debo hacer. Simplemente no es justo. Mis hijos tienen un día maravilloso y yo no quiero arruinarlo con todas las cosas que me producen ansiedad y que en realidad no importan.
Por esa razón, este verano decidí aprovechar los días largos y no ponerle atención a las cosas que realmente no importan. La cena no tiene que estar lista a las 6:30. Podemos comer un poquito más tarde. Y ahora que me propuse eso, puedo pasar un rato agradable durante el día. Ahora, todos los días, paramos en el parque cuando vamos camino a casa.
Lo primero que hacemos es ir a la banca y comer un bocadillo. Durante el fin de semana, yo preparo barras "Berry Almond Energy Bars" a las cuales les agrego su cereal favorito, Frosted Flakes. A nosotros tres nos encantan, nos dan la energía que necesitamos y mis hijos nunca, nunca se cansan de ellas. Aún no pueden creer que estas barras dulces estén hechas con su cereal del desayuno ¡y que sean saludables para ellos!
Mientras saboreamos nuestros bocadillos, caminamos por el parque y hablamos de nuestro día. Si bien mis hijos han estado activos todo el día en el campamento de verano, yo he estado sentada todo el día en el trabajo y necesito ejercitarme. A mis hijos les encanta esta parte del día porque tienen toda mi atención. Nos contamos lo mejor que nos pasó y la situación más difícil de ese día. Luego hablamos de cómo manejamos esa situación y pensamos qué hubiéramos podido hacer diferente. Es increíble el tipo de conversaciones que surgen mientras caminamos y a veces ¡tenemos tanto de que hablar que damos dos vueltas! Es una buena manera de acabar con el estrés, construir lazos más fuertes y ejercitarnos un poco.
Usualmente nos quedamos una hora, a veces más, depende de lo que esté sucediendo esa tarde. Sin exagerar, es la mejor parte del día para nosotros tres. Cuando no podemos pasar todo el día juntos, hay que buscar maneras de pasar un rato agradable. Nosotros lo hemos logrado.
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