Soy mexicana y como chile desde pequeña, recuerdo a mi nana diciéndome que el chile era bueno para mí y que tenía que aprender a comerlo. Mi nana tenía dos trenzas muy gordas y muy largas, era de Oaxaca en México, su pueblito estaba perdido en la sierra y sabía que los alimentos en sí mismos tienen propiedades medicinales si los sabes utilizar.
Ella se encargó no solo de mí, sino de que en casa todos mantuviéramos la salud. Sus remedios eran caseros, pero efectivos. ¡Chécalos!
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La pomada de chile para la artritis y el reumatismo de mi abuela. El chile contiene capsaicina, que es el que le da el picor, pero que también se usa en la preparación de ungüentos y pomadas que ayudan a desinflamar, y con el dolor.
Para el corazón y la presión arterial de mi papá. Mi nana le preparaba unos chiles habaneros o chile verde asados con limón y sal a mi papá, que le encantaban. El chile baja la presión arterial, reduce el colesterol, es bueno para la circulación y disminuye la posibilidad de un ataque cardíaco debido a sus efectos anticoagulantes.
Para que mi mamá bajara de peso. A mi mamá le hacía una salcita que picaba lo justo, porque mi mamá no sabía comer chile. El chile no engorda, y al elevar la temperatura corporal, quema calorías y su sabor picante inhibe el hambre, así que comes menos y bajas de peso.
Para el sistema cardiovascular, la piel, los ojos y el sistema inmune. El chile es rico en Vitaminas A y C. Puede tener hasta seis veces más vitamina C que una naranja. También contiene vitaminas B y E, hierro, potasio y alto contenido de betacaroteno, un excelente antioxidante.
Para las cortadas, el pelo y el catarro. Cuando me cortaba, me ponía pomada de chile para que cicatrizara, me lavaba el pelo con champú de chile para que lo tuviera brilloso, cuando tenía catarro me hacía quesadillas con chilito para que me descongestionara.
Mientras comimos chile en casa como si lo hubiera recetado el doctor, no padecimos dolor de cabeza, y los catarros no eran frecuentes, nos sentíamos bien.
Mi nana era una maravilla, nunca tuvo cáncer, ni problemas del corazón, murió de viejita, con la mente clara y su sabiduría intacta. Siempre que como chile me acuerdo que me decía -ándele niña, aprenda a comer chile, es muy bueno y muy rico- y mucha razón tenía.
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