A veces veo a famosas metiendo la pata de una forma tan impresionante en las Alfombras Rojas que me pregunto si serán de esas mujeres insoportables a las que no se le puede hacer el menor comentario negativo, o sencillamente no tienen una mamá, mejor amiga o hasta un espejo, con quién consultar su *look.
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En estos días me dio esa impresion con la pobre Ana Layevska que tiene que entrenar a su recién estrenado marido a decirle lo que de verdad piensa de su ropa, a menos de que el tipo también esté medio ciego.
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La protagonista de Dama y Obrero se apareció en la gala de las Diosas de Plata en la Ciudad de México con este numerito del diseñador mexicano Alejandro Carlín quien es súper reconocido en el mundo de la moda internacional y ha sido seleccionado como uno de los diseñadores mexicanos de los que hay que estar pendiente. Es decir una gran promesa.
A mí los diseños de Carlín me encantan. Usa líneas muy sencillas, que combinadas con colores vibrantes y toques femeninos traducen lo que pasa por el mundo interior de la mujer latina, pero en el caso de Ana la erró. No puedo decirlo de otra forma.
El color amarillo fosforecente chocó de la peor manera con su piel. No estaba arreglado para ella. Las mangas muy largas, el talle suelto, el cinturón muy bajo. La única palabra que me queda para describirlo es "un desastre". ¿VIste la bolsa que se le hace en la espalda?
De todo esto la moraleja es: ¡Hay que prestarle atención al entalle! Si el vestido hubiese estado arreglado para el cuerpo de ella, el resultado habría sido otro. Así parece un monja fosforescente sin velo.
Imágenes via Mezcalent