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El Domingo de Ramos de 1984, la avenida Liberty de Brooklyn, en Nueva York, se tiñó de rojo con la sangre de 10 personas quienes murieron masacradas a manos de un hombre enloquecido por la cocaína. Cuando se cumplen 30 años del horrendo crimen, Cristina Rivera, la única sobreviviente de la "masacre del Domingo de Ramos" y la policía que la rescató, Joanne Jaffe, tienen una historia hermosa que contar, que me reconcilió con la vida y con la bondad y solidaridad de la que somos capaces los seres humanos.
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Aquel Domingo de Ramos de 1984, una bebita de apenas 13 meses se salvó de morir abaleada, tal como le ocurrió al resto de su familia, incluyendo a su mamá. Joanne, una mujer policía, fue la primera en llegar al lugar de los sucesos. Y cual no sería su sorpresa cuando encontró, bañada en sangre y llorando, a la indefensa criatura.
La alzó y esa imagen de la mujer policía con la niña viva en brazos, fue la foto de portada de The New York Post del 16 de abril de 1984. No era para menos, la bebita era la única sobreviviente del sangriento hecho.
Por entonces Joanne era soltera y la Policía de Nueva York le asignó cuidar a Cristina y según cuenta, aquello fue amor a primera vista. Ayudó a criarla mientras la niña estuvo al cuido de su abuela. La visitaba y estaba pendiente. Tanto que Cristina, quien pensaba que Joanne era una amiga de su mamá, soñaba en secreto con ser la hija de la mujer a la que ciertamente le debía la vida y con quien ahora tenía un nexo indestructible.
Cuando la abuelita de Cristina enfermó y no pudo cuidarla más, le pidió a Joanne que se hiciera cargo de la chica quien por entonces tenía 14 años. Total, las dos se llevaban bien y se querían. Así que Joanne, ya casada, se hizo cargo una vez más de Cristina.
Cristina fue creciendo y aunque era feliz con Joanne, sentía que algo le hacía falta. En una entrevista a The New York Times dijo que se sentía como "huérfana" y que lo que más anhelaba era sentirse hija de Joanne como manda la ley.
Así que el año pasado Joanne decidió legalizar una situación de facto y con su esposo, quien era su prometido cuando ocurrió la masacre, adoptó a Cristina. Hoy Cristina, quien tiene 31 años y siguió los pasos de Joanna al convertirse también en mujer policía, tiene su título oficial de hija de Joanne y de su esposo.
Me alegro por Cristina y también por Joanne y su marido. Nunca es tarde cuando la dicha es buena.
Imágenes via Thinstock, New York Post