Los que han creado la comida chatarra y los caramelos conocen tanto el cerebro humano que los han hecho irresistibles. Es algo más que psicológico, pues nunca he visto a nadie comer con tanto gusto como la primera vez que mi hijo probó una papa frita. Sin embargo, las mamás hacemos hasta lo imposible para que coman sano y aquí están algunas formas locas, positivas y hasta negativas de lograrlo.
Lee más en ¿qué más?: Los 21 bebitos famosos más tiernos de Instagram (FOTOS)
Imagen vía iStock
Decimos que el brocoli es como arbolitos
Por años mis pobres niños engañados estaban convencidos de que los racimos de brócoli eran árbolitos de un lugar mágico donde vivía la gente más fuerte del mundo. El truco se lo escuché a muchas amigas y funciona, incluso hoy en día, cuando ya tienen 10 y 13 años.
Hacemos brownies con calabaza
El acto heróico de rayar zanahorias, licuar carne y moler frijoles para esconderlos en pasteles y brownies solo lo conocen las madres que temen la desnutrición de sus hijos. Yo no tuve ese problema, pero mi suegra cuenta que mi cuñada solo comía helados y arroz hasta que cumplió 8 años. ¿Ya te imaginaste dónde iban los nutrientes, verdad?
Creamos sopas de súper héroes
La verde es del Hulk, la roja de el Flash y la naranja de Michelangelo, el de las Tortugas Ninja. Mi mejor amiga decidió volver las sopas de verduras pociones mágicas para ayudar a las princesas de Disney. Su hija no tocaba ni un tomate, pero darle una mano a Blanca Nieves era capaz de cualquier cosa.
Regresamos a tradiciones de la infancia
Cuando era pequeña me hicieron tantas veces la historia del avión que venía con la familia y que se estrellaría si no abría la boca, que quedé un poco traumatizada en lo que se refiere a los viajes aéreos. Sin embargo, debo confesar que lo repetí con mis hijos. No solo eso, si no que hasta he metido a futbolistas en la cucharada. ¡Las veces que Messi estuvo a punto de caerse!
Exageramos sus propiedades
¿Ya sabes porque los conejos no usan lentes? Lo escuché de mi abuela y lo he oído muchas veces en casa de mi familia y mis amigas latinas. También les hemos dicho a los chicos que es verdad que la espinaca les hará fuertes como Popeye y que los frijoles te hacen crecer altísimo.
Prometemos lo imposible y lo malo
Esto está muy mal, pero la que me diga que no lo ha hecho la voy a llamar de mentirosa. He recurrido al chantaje de ofrecer postre a cambio de varios bocados de alimentos nutritivos. No sé si uno cancela al otro, pero espero que la nutrición sea balanceada. Tengo amigas que son implacables con sus reglas de solo dulces una vez a la semana y nada de azúcar procesada. Yo no puedo. ¿Tú?
Nos obligamos a comer lo que no nos gusta
Al salir de casa de mi padre prometí que jamás me volvería a colocar una cebolla en la boca. Es una verdura que nunca aprendí a tolerar. Obviamente, me he traicionado a mi misma para enseñar a mis hijos a comer balanceadamente. Pregunté a mis seguidores en las redes sociales y muchos han hecho lo mismo. Es una locura lo que se puede llegar a hacer por los hijos.
Lloramos
Yo he llorado con mis hijos y hasta los he manipulado emocionalmente cuando se negaban a hacer algo importante. No es algo de lo que me enorgullece, pero ha pasado. Sin embargo, jamás he visto algo tan dramático como las peleas entre mi vecina y su hijo por un plato de comida que tenga una verdura. Yo sospecho que es algo sensorial, pero el niño solo quiere comer carna molida (hamburguesas y albóndigas) y papas fritas. Cede si su mamá llora. ¡Muy loco y muy fuerte!