Kim Kardashian culpa a Dios de la gordura durante su embarazo

Que problema el de nosotras las mujeres y la autoestima. Las que tenemos el cabello enrulado queremos tenerlo lacio. Las que somos curvilíneas queremos ser altas y espigadas como una modelo de Victoria's Secret, de GAP o de Calvin Klein. No nos aceptamos y queremos como somos. Siempre queremos ser alguien más. Claro, hay unas que son más inteligentes y hasta a eso le sacan plata. Ya sabes a quién me refiero. ¿Verdad?

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Por supuesto que me estoy refiriendo a Kim Kardashian, a quien ahora le ha dado por inspirar compasión, diciendo que no siempre se sintió cómoda en su propia piel, y explicando que por eso es que ahora se desnuda sin pudor y segura de que, en su caso, como se considera una estatua viviente —¿a punta de lipoesculturas?, pregunto yo aquí— andar enseñando lolas y nalgas es asunto de arte, no de vulgaridad o de su insaciable deseo de llamar la atención.

Resulta que a la señora West le ha dado por hacer psicoterapia cada vez que da una entrevista. Esta vez le tocó el turno a la revista Elle en el Reino Unido, en cuya portada aparece la más celebre de las Kardashian quien, como sabemos, es famosa por no hacer nada. Y precisamente a Elle le soltó Kim esta perla acerca de por qué engordó tanto durante su tan cacareado embarazo: 

"Creo que Dios hizo esto por alguna razón. Fue como si me dijera: Kim, tu piensas que eres súper hot. Pero mira lo que también puedo hacerte".

No me vas a negar que esta explicación está de antología. Yo me engordé 40 libras durante mi primer embarazo y jamás le eché la culpa a nada que no fuera mi apetito desaforado y la seguridad de que como me harían una cesárea programada, pues no tendría que hacer ningún trabajo de parto. Entonces dije "a comer" y eso fue lo que hice durante las 38 semanas que duró mi embarazo. La historia de mi segundo embarazo es idéntica, con la salvedad de que me eché 44 libras encima.

Pero como Kim vive de llamar la atención, y como después de haberse vestido de condón, de haber posado como Dios la trajo al mundo embadurnada de aceite, pues le hace falta un poquito más de publicidad, volvió a referirse al drama de su embarazo en estos términos:

"Mi cuerpo se volvió loco. Después de cinco meses de embarazo, juré que más nunca me embarazaría de nuevo. Me puse tan gigantesca que me sentía como si alguien se hubiera apoderado de mi cuerpo".

Y para seguir echándole más leña al fuego, cuenta lo que sufrió de adolescente, cuando se encerraba en el baño a llorar y a pedirle a Dios que no le siguieran creciendo los senos y que sus ahora famosas curvas no se siguieran acentuando…

No sé si reír o llorar. Y lo digo en serio.

Imagen vía kimkardashian/Instagram