Corbin Potter, un niño de 9 años que tiene autismo (y un gran corazón), estaba de lo más tranquilo vendiendo limonada en el jardín de su casa cuando llegó la policía y le cerraron su negocio por no tener el permiso requerido. Resulta que una vecina amargada los había llamado a quejarse de que el niño gritaba muy fuerte tratando de vender su limonada. ¡Qué ridícula!
Lo peor del caso es que el pequeño Corbin estaba vendiendo limonada para recaudar fondos para un hospital local como lo hace desde hace varios años.
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La verdad es que no me imagino a quién se le ocurriría hacer algo así. Estoy segura que la vecina tiene que odiar a los niños para haber llamado a la policía por algo tan insignificante. Aunque debo admitir que la policía también de manera irracional porque dudo que se necesite un permiso para hacer lo que todo niño hace en verano por lo menos una vez en su vida.
Pues parece ser que por lo menos a la vecina le salió el tiro por la culata ya que al enterarse de este fiasco, un restaurante local ha decido ayudar al pequeño Corbin.
Sí, los dueños del restaurante Baton Rouge permitirán que Corbin y sus hermanas le vendan limonada a sus clientes el 13 de agosto y donarán los fondos que recauden directamente al Hospital for Sick Children en Toronto. Además, los empleados del restaurante y de la oficina principal del establecimiento se quedaron tan impresionados con el esfuerzo del niñito por ayudar a otros que también han decidido donar dinero a su causa.
¡Qué maravilla! Es obvio que todavía queda mucha gente con un gran corazón en este mundo que ha logrado aplastar el vil comportamiento de una persona uniéndose para ayudar a Corbin a cumplir su propósito.
Imagen vía Facebook