Al enterarme del horripilante caso de una maestra que supuestamente le ató las muñecas y los tobillos a un niñita de 2 años porque no quería tomar la siesta, pensé de inmediato en mi hijo Santiago de 3 años y medio. Y es que mi enano dejó la siesta recientemente y es el único en su clase preescolar que ya no quiere dormir. Si me llego a enterar que una de sus maestres le hace algo así para obligarlo a descansar, ¡sería capaz de cualquier cosa!
En el caso de la niñita en California, al parecer, la maestra fue además tan bruta que después de usar cinta adhesiva para atar a la niñita, le tomó una foto y la compartió con sus colegas.
Pensándolo bien, no debería llamarla bruta, ya que fue gracias a esa foto que se descubrió lo que había hecho y aunque la sinvergüenza ya no trabaja en esa guardería, la policía está investigando el incidente. No hace falta que repita lo difícil que se me hace entender porque hay gente que decide cuidar niños cuando es obvio que eso no es lo suyo.
Por otro lado, me preocupa de sobre manera el hecho de que mi hijo haya dejado de dormir la siesta en su escuelita. Sus maestras dicen que por lo menos se queda tranquilo acostado en su colchón y la única vez que no lo hizo, hablaron con él para que bajara el volumen y dejara dormir a sus compañeritos.
Quisiera decir que estoy 100 porciento segura que las maestras de mi hijo no le harían algo así jamás, pero siento que hoy en día uno ya no sabe ni en quién confiar. ¡Qué triste que las madres que tenemos que trabajar tengamos que dejar a nuestros hijos bajo el cuidado de otros y rezar constantemente para que no les pase nada!
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