¿Es posible estar felizmente casada cuando se tiene hijos pequeños?

La respuesta es muy simple: Sí … pero se necesita muchísimo esfuerzo y tiempo que, algo que, para empezar, si eres madre de niños pequeños probablemente ni siquiera tienes. Mi esposo y yo hemos estado casados por 11 años y hemos estado juntos por 13. Pero nunca hemos estado sin hijos, ya que, cuando lo conocí, él ya había estado casado antes y ya tenía un hijo. Aunque mi hijastro tenía 9 años cuando se mudó con nosotros a tiempo completo, ya no era un niño pequeño. En decir, no requiería tanta atención como, por ejemplo, un niño pequeño. Aún así, aprendí a compartir mi tiempo con mi marido desde que comenzó nuestra relación.

Mirando hacia atrás, tengo que decir que esto definitivamente ayudó a prepararnos para cómo cambiarían las cosas entre nosotros una vez que tuviesemos hijos juntos.

Sin embargo, lo cierto es que la mayor parte de nuestras horas (fuera del trabajo) giran en torno a nuestros dos hijos pequeños: una niño en primer grado y uno en edad preescolar. Por lo general, es prácticamente imposible tener una conversación de adulto sin ser interrumpidos 300 millones de veces por un niño de 3 años, que parece pensar que el mejor momento para hacer una pregunta es cuando mami y papi están conversando.

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Sin lugar a dudas, nuestra relación no es como era antes de tener hijos, pero quien espera que ese sea el caso está loco. Las relaciones evolucionan, maduran, cambian y se convierten en algo nuevo cada vez que son tocadas por algún acontecimiento importante de la vida, como un nacimiento … o la muerte. Mi marido y yo hemos pasado por ambos, además de enfermedades graves, problemas financieros, líos con su ex esposa y la angustia de un adolescente. No sólo no somos las mismas personas que éramos cuando nos conocimos en 1997, pero tampoco somos la pareja en la que nos convertimos en 1999.

Y así, a pesar de lo difícil que se ha vuelto pasar tiempo juntos sin nuestros hijos, siempre hacemos el esfuerzo. Una vez que los acostamos a dormir, hacemos lo que nos hace felices. Escuchamos música, vemos una película, tomamos una copa de vino o simplemente hablamos de lo que sea–felices de no tener que preocuparnos de ser interrumpidos. No hacemos esto todas las noches, pero ¡somos mucho más felices cuando sí lo hacemos!

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