Tengo que confesarles que yo fui a escuela católica toda mi vida. No por elección sino por resignación. Viví con una familia muy liberal que siempre puso en duda la ética de la Iglesia, por la que pase unos buenos 20 años de mi vida conflictuada con la idea.
La cereza del pastel fue descubrir que el fundador de mi escuela, Marcial Maciel, fue en verdad un pederasta que abusó de niños toda su vida para convencerme que la Iglesia era un fracaso. Y fue cuando el Papa Francisco llegó. Aca de ser nombrado la persona del año por la revista Time y me parece muy merecido.
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Durante los últimos años de preparatoria vi con mis propios ojos como toda una institución que se vanagloriaba de ser una legión de Cristo de ultra derecha, en donde me enseñaron a no usar shorts –en el clima desértico del norte de México- porque "tentaba" a los hombres, se desmoronó.
La Iglesia para mí fue un martirio al tener que escuchar a mis profesoras de química prohibirme hablar de la evolución porque Dios había hecho a Adán y Eva. Mis papás naturalmente vivieron en la sala de Dirección los primeros meses, hasta que entendí algo muy importante: no valía la pena discutir.
Con los años aprendí que la Iglesia simplemente estaba destinada a morir en el olvido por retrógrada y porque las palabras que salían de los Padres simplemente no tenían sentido para mí desde los 14 años.
Cuando escuché que un padre argentino de la orden jesuita fue nombrado Papa, ni siquiera me alegré. No fue hasta que lo escuché hablar por primera vez que levanté mi ceja y dije: "¿escuché bien?"
El Papa Francisco me ha sacado lágrimas más de una vez porque me ha devuelto la esperanza en que ser honesto, flexible y abierto tiene más poder que aferrarse a la vieja escuela.
El Papa Francisco habla en un lenguaje que tiene sentido para mí y para los millones de jóvenes que crecimos con amigos o familiares homosexuales, con cuentas de Twitter y en países donde se necesita un líder entre tanta corrupción y guerrilla.
Sus palabras me hacen creer que Ratzinger no se equivocó y que sabía lo que hacía al momento de ponerlo como su sucesor.
Creo que este Papa no será sólo el hombre del año en el 2013 sino me hace pensar que podría revolucionar por completo la Iglesia católica en los años venideros, acción necesaria desde hace muchos siglos.
Mis más sinceras felicitaciones a este hombre que no sólo ha comenzado a ser visto como líder de católicos, sino de muchos escépticos como yo que lo esperábamos.
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