Si eres de las que suele tener en la refrigeradora o cargar en la cartera bebidas que son bajas en calorías pero que tienen endulzantes artificiales podrías estar creando una adicción, si es que no las tienes ya. Este fue el hallazgo de un reciente estudio que reveló que los substitutos del azúcar pueden saciar tus antojos pero no logran engañar el cerebro. Te contamos los que esconden éstas bebidas y algunas comidas que tanto disfrutas consumir.
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El placer que sentimos luego de consumir azúcar se produce porque este aumenta nuestra dopamina que se relaciona con las emociones y los sentimientos de placer. Cuando consumimos azúcar la dopamina se emociona y el cerebro siente como si hubiera ganado una especie de premio. Uno de los descubrimientos del estudio es que quienes consumen productos dulces y bajos en calorías cuando tienen hambre tienen tendencia a recaer y escoger comidas que tienen alto contenido calórico en el futuro.
Por eso en lugar de morirte de las ganas de comerte algo dulce, e__s mejor consumir cantidades pequeñas para engañar al cerebro y que este logre producir esa sensación de bienestar.__ Esto hará que tus niveles de dopamina se mantengan estables y tus deseos por el azúcar no te hagan enloquecer y salir corriendo a comer todo lo dulce que se te pase por el frente.
De acuerdo con Iván de Araujo, quien dirigió el estudio en la escuela de medicina de la universidad de Yale, conseguir el punto medio sería la solución. "Lo ideal es combinar productos con edulcorantes y cantidades mínimas de azúcar para que el metabolismo del cuerpo no se ponga lento, al tiempo que mantienes el consumo de calorías al mínimo", explicó Araujo al Daily Mail.
Para Araujo el consumo de bebidas de alto contenido calórico causan aumento de peso y obesidad, aún después de la introducción de los endulzantes artificiales en el mercado. Se trata, según el estudio, de satisfacer tus deseos de comer azúcar diariamente y con mesura porque el aguantarte las ganas, puede hacerte perder el control y consumir azúcar de más.
Imagen vía Enriqueta Lemoine/Thinkstock
