Cuando me enteré del caso de Julie Cook, una madre primeriza que tenía tanto miedo que su bebé se diera un golpe en la cabeza que le tuvo en un casco protector durante varios meses, me pareció la definición perfecta de la sobre protección. La verdad, además de parecerme ridículo, me pareció bastante cómico.
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Al pobre Alex, el hijo de Cook, le tocó ponerse un casco protector desde que tenía 9 meses y comenzó a explorar sus al rededores y su madre comenzó a sufrir pensando en lo peor. Creo que todas las madres tenemos un instinto protector, pero algunas exageramos al punto que verdaderamente le hacemos un daño horrible a nuestros hijos enseñándoles que le tengan miedo a todo.
Claro que el caso de Cook es un poco diferente al de las demás madres ya que la mujer sufrió dos devastadoras pérdidas antes de finalmente dar a luz a Alex. Es decir, la pobre se pasó todo su tercer embarazo con un miedo terrible a perderlo.
Aún así, ella misma admite que su preocupación por su hijo se pasó de la raya durante el primer año. Y es que además de que Alex tuviese que andar con el casco, Cook tenía la casa entera llena de cojines y almohadas tapando esquinas de muebles, gabinetes, puertas y cualquier otra cosa que pudiera presentar un peligro para su pequeño hijo.
A mí jamás se me hubiese ocurrido, pero lo cierto es que, si lo hubiese dejado, mi esposo hubiese hecho lo mismo con nuestros hijos. ¡Qué locura!
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