¡Ni loca drogaría a mis hijos para que no molesten a otros pasajeros durante un vuelo!

Nunca me ha gustado tomar medicamentos por lo que los evito hasta que ya no queda otra opción. Tampoco soy de los padres que les da acetaminofén a sus hijos por cualquier cosita-y esto ya me ha causado varios pleitos con mi esposo que piensa lo contrario-. Así es que cuando una amiga me aconsejó que le diera Benadryl (un antihistamínico que causa somnolencia) a mi hijo de 18 meses en su primer viaje de Denver a Lima, me pareció la cosa más loca del mundo.

Pero, al parecer, muchas madres usan este medicamento, y otros parecidos, para calmar a sus hijos cuando hacen un viaje largo en avión. La idea es que se queden dormidos y así no molestan a nadie con sus llantos, quejas y mal comportamiento.

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Yo he estado de los dos lados. Entiendo bien lo fastidioso que puede ser estar encerrado en ese tubo de metal por largas horas con un bebé que no para de llorar o un niño que no deja de patear tu asiento mientras estás tratando de dormir. Y también sé lo que es ser la madre de un bebé que no logra conciliar el sueño y tener que soportar las miradas de los otros pasajeros que no entienden por qué tu hijo no para de llorar.

Aún así, no estoy de acuerdo en lo absoluto con la idea de drogar a mis hijos para que no molesten a nadie durante un viaje. Primero que nada, hay una diferencia entre un bebé que llora porque le duelen los oídos o porque lo han sacado de su rutina y un niño malcriado cuya madre no hace nada por controlarlo-y de esos hay muchos-. 

Segundo, mucha gente-incluyendo pediatras-no le ven nada malo al uso de medicamentos para calmar a sus hijos durante un viaje. Pero lo cierto es que si investigas un poco, uno de los ingredientes de los antihistamínicos podría tener el efecto opuesto sobre tus hijos. Es decir, en vez de dormirlos, los podría volver más hiperactivos y ansiosos. 

Por otro lado, aunque me parece terrible que los otros pasajeros tengan que aguantarse a un bebito que llora durante un vuelo, lo cierto es que así son los bebés. A veces no hay nada que las madres podamos hacer para calmarlos estén en un avión o no. Es parte de pertenecer a la civilización y si a un pasajero no le gusta, entonces que compre un boleto en uno de esos vuelos que no permiten niños. Y si no lo quiere hacer, que se aguante… y que trate de recordar que en algún momento él (o ella) fue niño también.

Imagen vía Thinkstock