La historia de unos padres que perdonaron al asesino de su hija de 19 años a quien visitan en la cárcel una vez al mes me ha dejado con la boca abierta. Se trata de Andy y Kate Grosmaire, de Florida, cuya hija menor Ann fue asesinada por su novio Conor McBride en el 2010. Los Grosmaire conocían bien al muchacho que había estado con su hija por tres años y quien pronto se convertiría en su yerno, ya que la joven pareja estaba comprometida. Después de una fuerte pelea de varios días, Conor le disparó a su novia en la cabeza en un momento de locura y horas después se entregó a la policía diciendo que la había matado.
Ann no estaba muerta y mientras que estaba en el hospital, su padre, Andy Grosmaire, dice que sintió cómo que su hija le estaba pidiendo que perdonara a Conor.
Su primera reacción fue un rotundo "no". Pero unos días más tarde, cuando la condición medica de Ann no mejoraba y antes de que los Grosmaire decidieran desconectarla de las máquinas que la estaban manteniendo viva, decidió perdonarlo. Para la madre de Ann, Kate, fue un poco más difícil, pero también lo hizo.
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Ella fue a la cárcel a visitar a Conor y se lo dijo. Pero eso no es todo, los Grosmaire se enteraron que había un programa conocido como "justicia restaurativa" por medio del cuál ellos podrían participar en la decisión relacionada al castigo que Conor debía recibir por matar a su hija. En términos simples, se trata de una reunión entre los abogados de cada lado, los familiares y el acusado y a cada uno se le da la oportunidad de hablar.
Escuchar a Conor contar en detalle como fue que mató a su hija fue lo más difícil que han tenido que hacer en sus vidas, según los Grosmaire. Aun así, estuvieron de acuerdo en que el muchacho no debería recibir más de 15 años de cárcel. Al final, Conor fue sentenciado a 20 años de cárcel y 10 de libertad condicional.
Los Grosmaire todavía lo visitan una vez al mes en la cárcel y mantienen una relación cercana con sus padres. Ellos dicen que aunque perdonarlo no quita que su hija esté muerta, les ha ayudado a seguir con sus vidas. Y yo, la verdad, no me explico cómo lo pueden haber hecho. Yo tendría tanto odio adentro mío que no veo la manera de poder hacer algo similar.
Sé que todo ese odio y rencor sólo me haría daño a mi, pero aún así no me creo capaz de perdonar a nadie que le haga daño a mis hijos–menos si les llegan a quitar la vida.
Imagen vía 826 PARANORMAL/flickr