
Jamás olvidaré mi primer invierno con nieve. Nos acabábamos de mudar de Miami a Denver y por varias semanas entre diciembre y enero parecía que nunca iba a parar de nevar. Mi hija Vanessa tenía tan sólo unos meses de nacida y yo, sentía que si yo me moría de frío, ella seguro tenía aun más. Pero rápidamente aprendí que como los bebés no regulan su temperatura tan bien como los adultos, hay que tener mucho cuidado a la hora de abrigarlos para que no se acaloren demasiado.
Lo primero que aprendí y que no solamente seguí al pie de la letra para mi hija pero también para mí es que hay que vestirse en capas. Es decir, usar varias prendas una más caliente y gruesa que la otra. Así, si tu bebé se comienza a acalorar, lo único que tienes que hacer es irle quitando las capas de ropa que le has puesto.
Aunque a algunos bebés no les va a gustar mucho la idea, ponle guantes o mitones y calcetines siempre, ya que es súper importante que mantengas sus manos y sus pies bien abrigaditos. Lo mismo va para su cabeza. Mi hija odiaba que le pusiera sombreros y siempre trataba de quitárselos, por lo que es una buena idea usar unos que se puedan atar debajo de la barbilla.
Algo importantísimo que siempre debes recordar es que al poner a tu bebé en el asiento para el carro, tienes que quitarle cualquier abrigo o chamarra antes de amarrarlo. Lo que pasa es que el material grueso de estas prendas se puede comprimir creando espacio entre el bebé y los cinturones.
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