Para quienes hemos sido testigos de la devastación que dejó el huracán Sandy, ha sido muy difícil recuperarnos del impacto de habernos quedado varios días sin luz, sin gas, sin agua; de haber visto varias casas destrozadas, filas enormes para comprar combustible, cientos de personas en albergues y otras imágenes desoladoras, que han cambiado por completo, la manera en la que veíamos las cosas.
Pero si esto ha sido difícil, incluso para los adultos, no quiero ni pensar, en la pesadilla que debe ser, para los niños con necesidades especiales. Desde la catástrofe, poco se ha hablado de ellos, pues ha sido prioridad que las familias afectadas, recuperen los servicios básicos y tengan un lugar donde albergarse ante las fuertes bajadas de temperatura. No obstante, la realidad es que, estos niños están sufriendo, probablemente, más que el resto; debido a que "la falta de una rutina y estructura puede ser muy difícil para ellos" como dice Dr. Rachel Busman, una psiquiatra clínica del InstitutoChild Mind, en un informe del Huffington Post.
Y es que, este tipo de situaciones, puede provocarles una gran angustia y miedo, difícil de lidiar para los padres. "[El huracán Sandy] también ha afectado a aquellos con problemas de aprendizaje, que no pueden entender lo que ha pasado. No toma mucho tiempo hacer feliz a Felicia, y ahora las únicas cosas que la hacen sonreír son inaccesibles. Está constantemente llorando y nos rompe el corazón", cuenta la hermana de una joven de 21 años que tiene autismo, en la página web del "International Business Times".
Y como ella, hay varias familias que estás sufriendo por no poder ofrecerles un poco de estabilidad a sus hijos. Por eso, los expertos como Busman, recomiendan que los padres sobrepasen la crisis de inmediato, recreen una estructura donde sea posible y construyan una nueva en caso de que no la haya. A más largo plazo, estos niños requieren que se les haga sentir que su mundo, aunque se vea muy distinto, es seguro todavía.
Asimismo, el blog "The Friendship Circle" dirigido a padres y educadores, recomienda que los padres mantengan las medicinas y los aparatos ortopédicos de los niños en una maleta. Asegurándose de que los niños sensibles al ruido, tengan unos audífonos que los mantengan en silencio, y aquellos que respondan al tacto tengas cosas que sean agradables, como una cobija de felpa o una plastilina.
Ojalá que todas estas familias, puedan regresar a su rutina, lo más pronto posible, para que estos niños acudan a sus terapias y recuperen su estabilidad. Mientras tanto, es importante que los padres, no pierdan la calma, pues es importante que se mantengan fuertes, para que sus hijos perciban que están seguros.
Imagen vía Thinkstock