Confieso que jamás he comprador unbillete de lotería y que admiro a la gente que día a día pone sus esperanzas en un pedacito de papel confiando en que su destino cambie de la noche a la mañana.
Eso fue precisamente lo que le ocurrió a un desamparado de Greenville, en Carolina del Sur, quien compró uno de esos boletos de raspar por el que pagó 10 dólares y resultó ganador, de nada más y nada menos, que 200 mil dólares.
El hombre, quien pidió no ser identificado, estaba viviendo en un hogar para indigentes luego de que no pudiera seguir trabajando como obrero de la construcción y se quedara sin casa. Y cuando digo "estaba" es literal porque ya dijo que lo primero que hará será mudarse a su propio sitio.
¿Se imaginan la felicidad para alguien que no tiene dónde caerse muerto, que de la noche a la mañana pueda decir me compro una casa? "Esto me puso en el lugar donde tengo que estar", dijo el hombre quien fue con su hermano a retirar el premio.
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Después de conocer esta historia con final feliz, no puedo sino reafirmar que la esperanza es lo último que se pierde. Que siempre hay luz al final del túnel y que como decía mi abuelita "Dios aprieta, pero no ahoga".
La probabilidad de hacerse de un premio como el de la Lotería de Carolina del Sur es de una en 440.000, y la vida de este hombre con suerte, quien nunca perdió la fe, acaba de dar un giro de 180 grados.
Y tú ¿juegas lotería? ¿Alguna vez has ganado jugando lotto? ¿Qué harías si de la noche a la mañana te ganas 200 mil dólares?
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