Como mi mejor amiga no hay dos

Nos conocimos durante el primer año del bachillerato, cuando teníamos 16 años. Desde ese momento, ambas hicimos, una especie de "clic" instantáneo que hizo que surgiera una buena amistad; de esas que no puedes sustituir con nada y que no se destruyen ni con el paso de los años. Juntas vivimos la emoción de los primeros amores, las lágrimas de las primeras decepciones y también las risas que nos provocaban las "venganzas" que orquestábamos contra quienes nos habían dejado el corazón roto.

¡Así es! Mi mejor amiga, siempre ha estado ahí, en las buenas y en las malas. Ha recorrido el mundo, para ir visitarme a los lugares a los que me he tenido que mudar y ha tenido que aguantar desde mis dramas existenciales, hasta mis ratos más simplones. Así, hemos crecido y madurado juntas, atrás quedaron los años en los que entonábamos a todo pulmón nuestra canción favorita, pues ahora llevamos un estilo de vida muy diferente. Mientras yo ya estoy casada, viviendo fuera de mi país, planteándome si tener o no hijos pronto; ella se encuentra en su mejor etapa profesional, planteándose si dejarlo todo por un tiempo, para irse al extranjero o quedarse con la gran oportunidad que tiene en su trabajo.

Lee también en Qué Mas:¿Le dirías adiós a tu cabellera para apoyar a una amiga con cáncer? (VÍDEO)

Y aunque, a veces, siento que nuestras vidas son, cada vez, más paralelas porque estamos viviendo en contextos muy diferentes; cuando la vuelvo a ver, parece que el tiempo nunca hubiera pasado. Nos reímos de los mismos chistes, nos emocionamos con las mismas canciones, retomamos, una y otra vez, las anécdotas de nuestra adolescencia y pareciera que cada vez que conversamos, abordáramos el tema justo donde lo dejamos la última vez que nos vimos; como si los años no pasaran para nosotras. De hecho, apenas hicimos un viaje juntas y aunque no conversábamos desde mi boda, el viaje me sirvió para darme cuenta de que, simplemente, nuestra amistad es como la materia, "no se destruye, sólo se transforma".

Así, cada vez que me reúno con ella, me doy cuenta, de que como mi mejor amiga no hay dos. Y que soy muy afortunada, de poder contar con una persona que me conoce, incluso, mejor que yo misma, y que puede reconocer con sólo un vistazo, si estoy pasando por un mal momento o si estoy en la mejor etapa de mi vida. Quizás, la próxima vez que nos veamos, tendré unas arruguitas de más, pero lo que me tranquiliza, es que sé, que aunque nos hagamos viejitas, nuestra amistad seguirá intacta a pesar de los años.

¿Todavía te llevas con tu mejor amiga de la infancia?

¿Quieres encontrar a otras mamás como tú? ¡Sigue a MamásLatinas en Facebook!