Grandes lecciones que nos dan los niños muriendo de cáncer

Hace poco conocí a una familia, cuya hija de 13 años había perdido una larga batalla contra el cáncer. Quedé emocionada con la paz que reinaba en esa casa y la manera tan hermosa en que estaban logrando llevar su duelo y aceptar la dura realidad que les había tocado vivir. Ellos aseguran que están poniendo en práctica las lecciones que les enseñó su chiquita.

Por eso, cuando me enteré que una psicóloga costarricense Marggie Rojas Herrera, especialista en población infantil enferma con cáncer escribió el libro "Lo que los hijos nos enseñan antes de morir. El legado de los menores centroamericanos con cáncer",  decidí compartir contigo las lecciones más importantes que menciona.

  Los temas que resalta la experta me parecieron esenciales cuando uno tiene niños enfermos de gravedad, pero nos pueden ser útiles para ayudar a todos nuestros pequeños a navegar por la vida.

1.- En momentos difíciles los pequeños son los que nos enseñan.
Cuando un chiquito pasa por una situación complicada "los profesionales de la salud creemos que vamos a guiar y orientar, y sí, podemos brindar esa ayuda a los padres y al resto del personal de salud, pero al propio niño no. Es él quien nos guía a nosotros", explica Rojas Herrera. Es decir, hay que saber escuchar a nuestros hijos. Ellos son quiénes nos van a dar la pauta sobre qué les preocupa y cómo están viviendo la experiencia.

2.- Los niños necesitan hablar.  Cuando el niño es capaz de hablar de su enfermedad o de la muerte, significa que sabe lo que puede suceder. Muchos enfermitos de cáncer saben que van a morir y necesitan decirlo a sus padres, pero no se atreven, tienen miedo, porque la palabra muerte cambia semblantes, acarrea lágrimas e infunde tristeza. "Es entonces cuando hablan de sueños, como José, un niño paciente de cáncer que le dijo a su madre que había soñado que iba al cielo, y que Dios le decía que por qué no se iba a vivir allá y él le respondió que tenía que pedirle permiso a su mamá", narra la psicóloga. Es importante que seamos nosotros los que protejamos a nuestros hijos y no les traspasemos el papel de protegernos ellos a nosotros.

3.-Hay que hablar de los temas difíciles. Rojas Herrera comenta que en ocasiones los padres se cierran a la realidad y piden al personal médico que no hablen de muerte al niño; sin embargo, "el niño pregunta en lenguaje simbólico, porque él sabe que se va a morir y sabe que la mamá tiene miedo, entonces en lenguaje metafórico contando un sueño, con un cuento o un dibujo te dice que está tranquilo y que te va a guiar en el proceso". Cuando esto sucede, la familia baja un poco la tensión que tiene y se ubica en este tema de la muerte, comienza a asumirlo, a prepararse. Esto también se puede aplicar en situaciones tan sencillas como algo que les va a provocar dolor, como las vacunas.

4.- La comunicación no siempre tiene que ser hablada. Los pequeños usan a menudo para comunicarse símbolos comunes en los sueños y dibujos. Es el caso del cielo, Dios, los ángeles o animales que mueren. "Una niña con un tumor cerebral dibujaba cruces. La mamá le dijo: 'Ay, estás haciendo símbolos de sumas', a lo que la niña respondió: 'No mami, son tumbas'. Un mes después la niña murió", cuenta la psicóloga.

5.-Hay que dejarlos libres hasta para morir. La experta dice que el miedo a la muerte de un hijo afecta a padres y madres, pero deben evitar decirle a su hijo o hija enferma cosas como: "Por favor no te mueras, no puedo vivir sin ti". Según Rojas Herrera, el pequeño no debe llevar esa carga y el personal médico debe saber orientar en este sentido. "En ese momento hay que saber despedirse y no sentir que se perdió una batalla, sino que morir es parte de la vida". Lo mismo sirve hasta cuando los chicos quieren independizarse. La hija mayor de una vecina escogió una carrera que no era su preferida para estudiar en una universidad cerca de casa, porque sentía que su madre no habría podido soportar la separación. Obviamente, le fue mal en los estudios y se peleaba con la mamá todo el tiempo.

Los hijos deben ser libres para abrir las alas. ¿Qué te parece, historias tristes pero con grandes lecciones, no?

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