Stephanie Irene Santana__ tiene veinte años y está embarazada de nuevo –me atrevería decir que está en el tercer trimestre de embarazo-. Hasta ahí no hay nada de anormal ¿verdad? Una madre joven, podríamos decir y punto. Pero esta jovencita, ebria y desesperada por hacerse un tatuaje, en la mitad de la madrugada, subió a su niño de un año al auto y fue a una tienda de tatuajes.
De acuerdo a CNN En Español, en el establecimiento se dieron cuenta de que la muchacha estaba borracha y llamaron a la policía. Al llegar, los agentes se percataron de que en el auto, junto al cementerio de botellas de cervezas estaba el pequeñito de un año, a quien su madre había dejado allí. También había algunas píldoras para dormir.
La noticia no da mayores detalles, como el lugar donde ocurrieron los hechos o si le presentarán cargos a la joven o no. Solamente se le ve caminando con su gran panza de embarazo, escoltada por los agentes. Me sentí triste. Pensé a quién le importa si esta muchacha vive en Tijuana, Cartagena o Los Ángeles, lo relevante es el hecho de que además de estar esperando un segundo hijo, con tan sólo veinte años, esta chica debe tener una vida tan miserable que busca la panacea para sus angustias en un tatuaje a las tres de la mañana y en estado de embriaguez. Quién sabe si la maternidad en su caso ha sido un accidente repetido. No estoy aquí para juzgarla, ni para hablar de su capacidad o incapacidad para llamarse madre.
Me pregunto si nosotros como sociedad podremos hacer algo para que menos Stephanies estén trayendo criaturas al mundo a quienes no puedan atender. ¿Qué opines tú de este caso? ¿Será esta joven una víctima de sus circunstancias o una desalmada incapaz de llamarse madre?
¿Quieres encontrar a otras mamás como tú? ¡Sigue a MamásLatinas en Facebook!
Imagen vía Rahego/Flickr