
Como siempre le digo a mi mamá "las sociedad va cambiando y hay que acomodarse a ella". Ver niños con teléfonos celulares ya no es novedad y va aumentando con mucha rapidez. Sé que en muchos casos, más que un lujo, el celular se ha convertido en una necesidad. Muchos padres sienten que es necesario por seguridad; es decir, si el niño está solo en algún momento del día. Mientras que otros padres lo ven como método de control; saber dónde está y contactarlo en cada momento. Pero ¿se nos está yendo de las manos?
Ya no es extraño ver niñitos caminando a la escuela con teléfono en mano, texteando o hasta actualizando su estatus en las redes sociales. El otro día mi teléfono estaba teniendo un "senior moment" y lo tuve que llevar a que lo arreglaran; mientras esperaba llegó una niña de aproximadamente 10 años con su mamá, quien le compró un iPhone último modelo. No sé si soy soy, pero pienso que sea cuál sea el motivo de la compra: por ejemplo, si la niña se lo ganó por sus calificaciones, o si la niña lo compró con sus ahorros, realmente esto es fuera de control.
Cómo es posible que le demos un artículo tan sofisticado a niños tan pequeños. Recordemos que con los teléfonos celulares estamos regalando un aparato más de distracción que puede aislarlos poco a poco. Cuántas veces hemos ido a comer y vemos familias donde los que están conversando son los padres y los niños están o hablando por teléfono o texteando.
Sé que las presiones sociales en conjunto con las propagandas de los celulares hacen que nuestra decisión de cuándo y cuál celular darle a nuestros hijos sea más difícil cada vez. Pero como madres tenemos que tomar muchas cosas en consideración. Seamos realistas, si a veces nosotros los adultos inconscientemente nos sumergimos en el uso del celular, sólo imaginemos qué puede pasar con nuestros hijos.
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Imagen vía Desert Bug/flickr