La cena de Acción de Gracias es una de esas fechas que todos esperamos. ¿Qué puede haber de malo? Se reune la familia, todo es buena energía, muchos besos y abrazos, y sobre todo una deliciosa –y abundante– cena para compartir con nuestros seres queridos. Pero seguro que en tu familia hay algún pequeñín a quien la idea de que llegue esta celebración no le parece tan divertido. Seguro que se trata de un niño que es bien quisquilloso para comer, pero para eso tenemos un par de consejos que te pueden ayudar.
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Para un niño que sólo come pasta y pollo, puede haber pocas cosas que le den más miedo que afrontar una cena de Acción de Gracias con un montón de platillos diferentes a los que suele comer cada día. Mientras a los paladares más entrenados todos los preparativos para esta gran comilona es algo que se espera con mucha alegría, para un pequeño que no come de todo esa anticipación puede acabar por causarle bastante ansiedad.
Pero no hay porque llegar a este punto. Debbie Koenig, autora del libro de recetas Parents Need to Eat Too: Nap-Friendly Recipes, One-Handed Meals & Time-Saving Kitchen Tricks for New Parents, y colaboradora de nuestro website hermano Mom.com, comparte sus mejores tips para que hasta el niño más quisquilloso a la hora de comer disfrute de Thanksgiving al máximo.
Que no todo sea una cena que se come sólo una vez al año.
Para los niños quisquillosos, la comida que no les es familiar no les va a gustar. Así que, sin duda, haz tu mejor receta de stuffing de Acción de Gracias, pero quizás puedes hacer las patatas asadas de la forma en que tu pequeñín las come siempre.
En la mesa debe haber algo que le vuelva loco.
Es la mejor manera de hacer que este día no sea algo que le dé pavor, sino algo que espere con ansias. Enfócate en algo dulce, delicioso, que incluso lo puedan preparar juntos, y que sólo lo pruebe en Thanksgiving. Ese es el truco.
Usa sus condimentos favoritos.
Intenta que lo que coma le recuerde a los alimentos que consume a diario y que le encantan. Por ejemplo, al hijo de Debbie Koening le encanta ponerle mostaza a su ración de pavo en Acción de Gracias porque le recuerda a los sandwiches de pavo que le hace su madre para la escuela. Si funciona, no te cortes.
Déjale que decida lo que va a comer esa noche.
Si tu hijo es quisquilloso con la comida, seguro que presentarle un plato con 15 alimentos diferentes no es la mejor manera de invitarle a comer. Mejor dale la libertad para que elija lo que quiere y no quiere probar esa noche. Además, no comentes nada sobre lo que ha elegido y lo que ha decidido no probar.
Limita lo que pueda picar antes de la comida.
Cuanta más hambre tenga al sentarse a la mesa mejor. También puedes hacer lo que recomineda Debbie Koening, que un par de horas antes de cenar pone en la mesa fruta o crudités de pimiento, apio, y otros vegetales. La idea es que, ya que no va a cenar mucho, mejor que consuma comida rica en nutrientes como snack.
Avisa a los anfitriones que tu pequeñín no es el mejor comiendo.
Si tu plan es no exigirle a tu hijo a que coma alimentos que no le gustan mucho, lo mejor es que lo comentes de antemano con el resto de gente. De esa manera te ahorras la vergüenza y nadie intentará hacerlo sentir mal por comer poco.
Asegúrate de que el postre sea nutritivo.
Si tu hijo es de los que se desvive por el postre, utiliza eso a tu favor. Prepara al menos un postre que sea nutritivo, que no sea sólo azucar, y así por lo menos tendrá una comida balanceada, dentro de lo que cabe.
No le des muchas vueltas.
Al fin y al cabo es sólo una comida, así que no te vuelvas loca. Tanto tú como que pequeñín tienen todo el derecho de disfrutar de esta fiesta maravillosa sin la presión de que se tenga que comer todo lo que esté en la mesa.