Es muy común leer y hablar sobre el amor que damos a los demás: a nuestros hijos, pareja, padres, sobrinos, y la lista sigue. Pero, nosotras no nos cansaremos de recordarte la importancia del amor propio para que siempre te lleves en tu corazón. Estoy casi segura de que te sorprenderías al hacerte consciente de las palabras que te dices y las acciones destructivas que a veces tienes contigo. Si es un buen trato hacia ti, te felicito, y si no lo es y te cachas siendo tu peor verdugo, es momento de ser más compasiva con tu yo interior. Lo contradictorio de esto es que en ocasiones puedes ser muy amable, comprensiva y empática con los demás, pero al mismo tiempo puedes ser muy dura y demasiado exigente o crítica contigo. Dar y recibir es una ecuación que siempre debe estar en equilibrio. Conectarte con el dolor y sufrimiento de otros es una capacidad que necesita comenzar de ti hacia ti. No puedes dar lo que no te das, así que cuando te sientes impulsada a aliviar el dolor de alguien, es porque ya has logrado poner atención al tuyo. Y si aún no lo has logrado, te comparto estos consejos que te pueden ser de gran utilidad para lograrlo.
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No te abandones en tiempos difíciles o momentos de crisis en donde más te necesitas. Puedes ser amable, tenerte paciencia, pero sobre todo, comprenderte sin juzgarte porque este es el verdadero sendero de la compasión. Hay quienes confunden el término con tenerse lástima a sí mismas o con el hecho de conmiserarse, pero nada tiene que ver con ello.
Ser compasiva contigo siempre produce un efecto transformador porque se basa en la aceptación incondicional de tu ser, de tus virtudes y tus defectos. Es una práctica con la que te ayudas a liberarte de ataduras y que te guía al camino de la validación como ser humano. Es por ello que tu autoestima depende de la forma en cómo te relacionas contigo misma y aquí te explico por qué.
Jamás apagues tu brillo para alumbrar a otros, tus cualidades merecen ser resaltadas por tí misma.
No es tu responsabilidad rescatar o detener tu propio avance o evolución en la vida, por rescatar a otros. No te niegues la posibilidad de despertar tu potencial. Ser compasiva contigo comienza con el amor que te brindas al validar tus cualidades y ponerlas al servicio de ti y del mundo. Hay mucho que puedes hacer por ti y por los demás cuando despiertas tu poder interior.
Atrévete a pedir ayuda cuando lo necesites, eso no te hace menos fuerte.
A veces el agotamiento físico, mental o emocional, pueden impedir que te sientas al cien por ciento de tus capacidades. No está mal si pides un poco de ayuda, considera que no eres la mujer maravilla, así que una forma de ser compasiva contigo tiene que ver con soltar el control y aprender a recibir y a pedir lo que necesitas.
Acéptate tal y como eres, reconoce tus cualidades y deja de criticarte por todo.
Es muy importante que te recuerdes todos los días lo valiosa que eres. Deja de etiquetarte y aprende a motivarte e impulsarte reconociendo tus puntos fuertes. Valida tus capacidades, tu potencial, reconoce aquello en lo que eres buena y deja de centrarte en los defectos. Sé más amable contigo y deja de ser tan crítica.
Evita juzgarte como mala persona cuando te sientes enojada con algo o con alguien.
Tachar al enojo como una emoción que no debes sentir, es tanto como si no fueras de este planeta. Las emociones no son algo que tengas que reprimir. Puedes elegir la forma de cómo canalizarlas saludablemente sin dañar a nadie y saber que estas en tu derecho de sentirlas. Comprender que hay aspectos de la vida en donde te sentirás enojada, es una manera de comprenderte y ser compasiva contigo.
Date el derecho de darte espacios o respiros ante el mundo cuando así lo necesites.
A veces, alejarte de las cosas o personas que te están intoxicando es algo necesario, por tu bien e incluso por el bien de los demás. No sientas que abandonas cuando requieres poner distancia. Cuando la distancia es medicina para ti, estás siendo compasiva contigo al alejarte de lo que te provoca sufrimiento o dolor.
Aprende de los errores que comentes y no te pidas perfección todo el tiempo.
Si eres demasiado exigente contigo misma y no te permites los errores regañándote constantemente, es muy posible que tu diálogo interior sea de reproches constantes. Dale un enfoque diferente a los momentos de equivocación, valora lo que aprendes de tus errores y ten paciencia contigo misma.
Deja de cargar con sentimientos de culpa innecesarios.
El problema con los sentimientos de culpa basados en pensamientos como: “si hubiera hecho… si hubiera dicho… si hubiera…” son una tortura mental que te lleva al autocastigo constante. La mejor forma de comprenderte es soltando el pasado, perdónate por aquello que consideras un fallo y tómalo como parte de tu crecimiento personal.
No sea la última en tu lista de prioridades.
A veces en el ir y venir de la vida, descuidas tus intereses, dejas de protegerte e incluso dejas de cuidar tu salud. Ser compasiva contigo misma implica acompañarte en las buenas y en las malas. No te dejes al final, se tu propia prioridad. Haz lo mejor por ti y para ti. No te sientas egoísta por hacerlo.