Lo sé, eres primeriza, mueres de miedo, no tienes idea cómo hacerlo. Te preocupas tanto porque todo sea perfecto, que quizá exageres con el manual de cuidados maternos. No te olvides que la naturaleza te ha dotado de intuición y conexión con tu bebé. No quiero decir que ignores las instrucciones pediátricas o que descuides lo básicamente necesario para el bienestar de tu pequeñito. Sin embargo, tómate un instante y respira profundo, confía más en ti y en el vínculo que estás creando con tu bebé. No dejes de lado el lazo, no olvides tu mejor herramienta de cuidados: el contacto con el corazón, con la mirada y con el tacto. Súmale lo valioso de tu intuición de madre.
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El temor a cometer errores, puede convertirte en una madre sobreprotectora y querrás tener en una burbuja a tu bebé. Lo volverás intocable y por lo tanto excesivamente vulnerable. Sé consciente de que todo debe tener un equilibrio. Hay dos aspectos polares importantes, el exceso que tienes de información o la poca información con la que cuentas. Ninguna de estas situaciones será favorecedora porque te creará demasiada incertidumbre.
Por un lado, si es exceso de información, no sabrás a quién hacerle caso y no sabrás cuál consejo, sugerencia o comentario es el que vas a tomar en cuenta como madre. Por otro lado, si te falta información, es posible que te sientas como si estuvieras caminando sin rumbo y necesitarás una brújula que te oriente. En cualquier situación, lo mejor es que integres los consejos de tu especialista en combinación con tu intuición de madre.