Quizá al principio te parezca halagador y tu autoestima crezca. Sobre todo cuando ese hombre te llena de detalles, de palabras lindas y de mensajes motivadores. Sin embargo, conforme pasa el tiempo, de la sensación de halago pasas a la incomodidad porque notas que sus acercamientos se vuelven invasivos e intrusivos, e incluso llegas a sentir miedo. Ese hombre se está obsesionando contigo y por más señales que le das, no entiende –o mejor dicho, no quiere entender– que ¡no quieres absolutamente nada con él! Y aunque no se trata de que sientas paranoia o persecución, no está de más que tomes en cuenta esta información para saber qué hacer si te sucede.
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No hay señal más clara que tu incomodidad, porque lejos de ser un contacto que disfrutes, se convierte en un contacto que evitas y del cuál huyes. Hazle caso a tu intuición, cuando sientas que algo no anda bien, mejor aléjate porque ese hombre puede confundir tu actitud amistosa con coqueteo.
La obsesión no es amor, es una necesidad insana que viene de la dependencia, de la baja autoestima y de la idealización que ese hombre puede hacer de ti. Es claro que no puede hacer su vida y quiere apoderarse de cada detalle de la tuya, y la cosa se pone peor cuando lo rechazas.