No te lo esperabas, pensabas que este amor era intocable. Sin embargo, cuando te descubres en medio de un triángulo amoroso y te traicionan, es inevitable que la desilusión y el rencor te ataquen como dos puñales que atraviesan tu corazón. Tomaste una decisión y lo perdonaste, al menos, en ese momento estabas muy segura de que podías superarlo. Sin embargo, con el paso del tiempo te has dado cuenta que tus inseguridades crecen, que no puedes controlar tus pensamientos y que los celos y el resentimiento se apoderan de ti. Tranquila, todo pasa; por eso te comparto algunas de las señales que te dirán que quizá no lo has perdonado y unos consejos que te pueden ayudar a procesarlo mejor.
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Hay muchas causas por las que decides perdonar, y no importa cuál sea, lo importante es que estés dispuesta a pasar por el proceso y el tiempo que te tomará asimilarlo. Que sepas que perdonar implica una responsabilidad sobre tu estabilidad y que te preguntes si estás dispuesta a pagar el precio. Perdonar una infidelidad es difícil, pero nadie te obliga a hacerlo.
Es horrible cuando tienes momentos de intranquilidad en los que piensas que podría ocurrir de nuevo, y peor aún cuando te culpas por lo sucedido. No es fácil, soltar no es fácil. Y si tomaste la decisión de continuar, lo mejor es que perdones de corazón y dejes de hacerte tanto daño.