Meghan Markle oficialmente pertenece al mojigato mundo de la realeza en donde los bikinis están mal vistos, por no decir prohibidos. No obstante, aunque el Palacio de Kensington quiera intentar borrarlo, la esposa del príncipe Harry tuvo un pasado, que con la existencia de la internet ocultarlo será imposible. Situaciones como esas son las que la realeza tiene que resolver, cuando no se trata de una mujer de sangre azul. Pero eso es algo con lo que ya han lidiado antes.
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Abrumada por la presión de su mediático noviazgo con el príncipe, la actriz estadounidense acabó cerrando sus cuentas de Instagram y Twitter, donde tenía una legión de seguidores, pero no hay poder real que pueda hacerlas desaparecer de un plumazo.
Y es que Meghan Markle nunca tuvo reparos en ponerse un traje de baño de dos piezas, y no solo eso, sino que además le encantaba publicar sus selfies en las redes sociales. Aunque ahora la atención no está centrada en su pasado, sino en cómo criará a su bebito Archie, siempre es bueno recordar la vida de los famosos antes de alcanzar su punto más glorioso de fama.